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Entradas sorprendentes

jueves, 28 de marzo de 2024
Me gustan los contrastes en las ciudades, cuando cambian los volúmenes en las zonas habitadas. En nuestra ciudad, nos los podemos encontrar tras pasar alguna puerta de la muralla con la intención de penetrar en el recinto amurallado. No es el caso de puertas recientes, amplias y abiertas para dar servicio a necesidades que habían aparecido como consecuencia del crecimiento de la ciudad. Pienso en puertas con su carga de historia.

Me refiero, en primer lugar, a la Puerta de Santiago. Desde fuera, subiendo por la calle de Santiago o accediendo a ella desde la Ronda, nos da el aspecto de ser una entrada recóndita, obscura, humilde. Y tal vez lo sea, pero nada más traspasarla nos encontramos con la plaza de Pío XII y la fachada de la catedral situada a un nivel enfático en relación a quien llega por esta Puerta.

Recuerdo que fue una zona con actividad y vida. Algunos amigos míos vivieron en esa plaza, pero hace años. Hoy todo está muy diferente. Tal vez no sean muchos los que sepan que la plaza nació como consecuencia de un proyecto arquitectónico que preveía similitud de construcciones a ambos lados de la catedral. Fijándonos un poco, vemos cómo en esos edificios hay semejanza de altura, de vanos y molduras. Todo casi con la pretensión de no llamar la atención, para dirigirla a la Catedral, el elemento más importante del entorno.

Siendo niño, recuerdo momentos de grandes aglomeraciones en la plaza. Ocurría al salir procesiones de la Catedral, en especial las de Corpus o Infraoctava. Músicos pertenecientes a la Banda, fuerzas vivas ciudadanas y otros personajes, se arremolinaban y conversaban en la plaza, mientras las filas de devotos salían a ritmo cansino. Luego vendrían la carroza, el himno, las campanas, los cohetes, las flores, los cánticos y las palomas revoloteando. Mucho recuerdo amontonado. Pero todo cambió y no se revive nada de aquello. Parece que aquí no haya interés en conservar costumbres, que deberían ser consideradas como formando parte del patrimonio ciudadano. Patrimonio inmaterial, pero hoy las aficiones buscan novedades y olvidan tradiciones.

Me gusta la Catedral y es un buen contraste si pensamos en la lobreguez que simulaba Entradas sorprendentesla entrada por la Puerta de Santiago.

Otro buen contraste lo encontramos si accedemos al centro histórico por la Puerta Falsa. La sorpresa viene precedida por las escaleras de acceso, de modo que al comenzar a subir no sabemos lo que nos vamos a encontrar.

Hoy, no me atrevo a calificar lo que nos encontramos luego de haber superado esas escaleras de acceso. Llegamos a la Plaza de Ferrol, que está en plena obra de modificación. Me resisto a pensar que de mejora. Desconozco lo que pueda salir del trajín que se llevan desde hace casi un año. De momento, puedo decir que ha desaparecido, bajo escombros, la mayor colección de rosales que había dentro del recinto amurallado, así como algunos metros de buen seto de boj. De estos elementos está muy falto el jardín de la Plaza Mayor, pero parece que nadie se preocupa de sus carencias. Han desaparecido algunos árboles, recuerdo un Castaño de Indias y arbustos desaparecidos. En general, el jardín presentaba una bonita disposición simétrica y hoy la porción ajardinada ha quedado reducida a unos cuantos elementos arrinconados en la Plaza. El efecto es descorazonador, a ver si surge algo que pueda mejorarlo.

La tercera entrada que me gusta corresponde al acceso al Campo Castillo desde la Ronda. Tras pasar bajo el arco de la puerta diseñada por Nemesio Cobreros en el siglo XIX, nos encontramos con una espléndida representación de una ciudad activa, con gente que vive y se mueve con total tranquilidad en una ciudad que parece diseñada a su medida. Las casas son muy diversas, casi representan una época, bonitas y bien conservadas. Un parque infantil, que antaño fue pista de patinaje, y terrazas para descansar. charlar o, simplemente, ver pasar a la gente con sus ajetreos cotidianos. Es una de las zonas más vivas de la ciudad. Además, su vecindad con la estación de autobuses, hace que sea el lugar por el que entran muchos de quienes nos visitan.

Me gustan estas tres entradas.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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