Dedicado a mi querido y admirado amigo Manuel Ángel Sánchez Santana, caminante y montañero,
de quien es este título y el artículo, pues le he pedido expresara su relación con ese calzado tan especial
para los que amamos los caminos y las sendas y lo ha hecho de tal modo, con tanto sentimiento
y gratitud hacia ese calzado tan esencial, que considero innecesario añadir párrafo alguno.
"Llevo andando más de treinta años y las botas siempre han sido mi mejor aliado. He
sufrido, he padecido, he disfrutado, pero nunca he tenido problemas en mis pies, siempre he finalizado mis expediciones o mis caminos de montaña con buena salud en las piernas y eso para quien hace miles de kilómetros es un verdadero tesoro.
Por eso siempre me costó deshacerme de mis botas, no es por romanticismo o por sentimentalismo, la realidad es que mirando la vida todos estos años es por el respeto a esa herramienta que me ha llevado a lograr tantas metas en la montaña y sobre todo esos largos años de caminos de Santiago que me hacen seguir andando.
Siempre tuve mis botas almacenadas y no es por tener un sentimiento de guardar cosas innecesarias, es porque tenía siempre la idea que con el tiempo habría un destino para ellas.
Y es que para mí, las botas son una extensión más de tu cuerpo porque su protección es fundamental para llegar a tu destino con salud y eso te impone un respeto, respeto ganado kilómetro a kilómetro.
Es como el carpintero artesano que tiene cariño y respeto a sus herramientas por todo lo que han hecho por él, razón por la que no puede desprenderse de ellas.
Fue en el año 2018, haciendo mi camino de Santiago número diecisiete desde Oporto hasta Compostela, cuando pude ver una forma en la que mis botas históricas continuaran "caminando".
Después de culminar una etapa dura, a la entrada del albergue observé unas botas llenas de flores que te daban la bienvenida.
Reflexioné y me di cuenta de que mis botas almacenadas a lo mejor podían expresar este mismo mensaje.
Continuando por este camino portugués me encontré en un cruce de caminos con el mensaje que ratificaba mi idea: las botas siguen andando porque señalan el camino:
Finalmente el camino Portugués llegó a su fin y al regresar a casa ya sabía como convertir mis botas históricas para que siguieran andando...
Y así mis botas tienen su destino en mi hogar. Son una reflexión sobre todos los sufrimientos y alegrías que he tenido todos estos años en la montaña, gozan de mi respeto y, por supuesto, para mí continúan andando.
Por eso todo el que llega a mi casa se sorprende de verlas tan llenas de vida, no con tristeza sino con alegría y curiosidad. Al final he logrado que sigan teniendo un sentido en su camino.
Moraleja: no es que tus botas se conviertan en maceteros, es que siguen siendo útiles en el camino de tu vida".
Nada que añadir, querido Manuel, comparta tus valoraciones y tu reconocimiento a un calzado que nos ha dado y sigue dando tantas satisfacciones. Solo desearte que otras plantas, las de tus pies, sigan muchos años llevando tu cuerpo a vivir un sinfín de experiencias, bajo el mimo y la protección de un buen par de botas.
José Manuel Espiño Meilán, escritor y caminante.
