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El afán de protagonismo

lunes, 10 de abril de 2017
Hace ya algún tiempo escribí un poema en el que se puede leer: “ …Y los historiadores,muñecos parlanchines semidioses , maquillan a las rosas sin piedad”.

La Historia está llena de mentiras. O cuando menos, plagada de falacias que disfrazan las realidades por informaciones interesadas y, sobre todo, cargadas de ideología. Desgraciadamente, es muy habitual que sean los vencedores los que den su versión y que se contrasten las versiones con fuentes desinformadas, y sobre todo tergiversadoras, que arriman el ascua a la propia sardina.

Pero no quiero hablarles de la Historia con mayúsculas, sino de la pequeña historia de los pueblos que muchas veces protagonizan unos y otros se atribuyen, robándoles a los propios protagonistas, sus méritos. El problema de los mentirosos es que, por mucho que disfracen las cosas para satisfacer su vanidad, siempre está ahí la memoria colectiva que sabe la única verdad. Si a esto añadimos los infundios, es fácil que el historiador, aun tratando de ser objetivo, de una versión distorsionada de la realidad, que muchas veces difiere mucho de la verdad y de la intención de los actores.

Además de esto, están los “graciosos”, pequeños cabrones que juegan a ser ingeniosos siendo mordaces, y esconden su comodidad en un aurea intelectual y de pasotismo con la que ellos mismos se coronan. Eso, sí, nunca aportan nada a la colectividad porque ellos, soberbios estirados y vanidosos donde los haya, no se van a rebajar a participar en realizar cualquier actividad que beneficie al pueblo. Ellos sólo están para llenar las tabernas de intelectualidad.

Los pueblos, también gozan de personas solidarias, generosas y altruistas que anteponen su trabajo a glorias y parabienes sin otra recompensa que sentirse servidores.

Pero a los pobres pequeños protagonistas les gusta decir que fueron ellos los que marcaron el gol en aquel famoso partido, que si no son ellos no se celebran las fiestas, que gracias a su esfuerzo se constituyó aquel equipo de natación, que ellos son los que protestaron y participaron en las manifestaciones contra aquel abuso, que ellos son los que defienden al pueblo de los golfos, que ellos fueron testigos de esta o aquella efeméride local, que ellos hablaron con las autoridades para arreglar aquella carretera…en fin, que ellos y ellos y nadie más que ellos …hicieron méritos para llevar muchos estandartes y coronas en su entierro. Eso sí, se les llena la boca de llamarle vanidosos a los que salen en la tele, porque no parecen tener espejo en casa. Igual que los que llaman a las demás corruptos y después ellos utilizan cualquier artimaña para robar a Hacienda.

Nos guste o no- tengo la suerte de ser independiente y no formar parte de ninguna camarilla- los pueblos muchas veces están llenos de estos pequeños hombres que se entretienen con esas absurdas batallitas y discusiones bizantinas, pero que son muchas veces las salsas de los pueblos. Lo único que los descoloca e que alguien sepa sus miserias y se calle porque realmente hay, como diría un amigo: “ Moitos tipo de homes. Só galegos hainos de dazasete razas: Homes e homiños; macacos e macaquiños; os que non sabes si suben o baixan e os que non sabes se baixan ou suben; os que te queren ben e o que te queren mal; homes, femia e machos cabrios; os que ladran, os que ouvean, asubían ou mercan a quen faiga falta;os que falan alto e claro e os que non os entende nin a mai que os pareu; políticos ladróns e aprendices de políticos, agás pequeniñas excepcións; cochos con garabata e senela; miserables, miserentos, lamecús e cús fondós;ministros e os que pagan á Facenda; corvos de traxe negro que se dividen en curas, monxas, mester de clerecía e porquiños da Xunta; rectos, rebellos e con honor e mexamormos, ciroliñas e cobardes; mariñeiros, labregos e obreiros e señoritos, folgazáns e vividores; chinos, árabes, marroquís e phantasmas, maniquís e peliculeiros; picadores, pinchaflores e picapleitos e caralláns, caralliños e isa brava; ladróns, atracadores e banqueiros… Hasta aquí diecisiete. Se podrían añadir más.

Cosas que decía mi añorado tocayo Ricardo, ex -viajante de Crsitalería Lara de Lugo, hace años del Centro Gallego de Madrid y que también traduzco sin ser muy fiel a la enseñanza. En mi caso falla la memoria, no la fidelidad.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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