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¿Sirven para algo las autonomías?

martes, 01 de septiembre de 2015
Muchos de los que hemos sido educados en el Franquismo no lo añoramos. Muy al contrario, algunos hemos luchado por una democracia, que, aun siendo imperfecta, sigue siendo el mejor sistema político posible. Pues bien, por aquel entonces, mediante el estudio de los avatares de nuestros predecesores republicanos, hemos descubierto que entonces los defensores de nuestro derecho de determinación autonómico pretendían dotar a determinadas comunidades autónomas –Galicia, Euskadi y Cataluña-de una serie de mecanismos que permitieran desarrollar estas comunidades de un modo autónomo respetando las peculiaridades que les eran propias como el idioma, la gestión administrativa más eficaz, desarrollo económico más coherente con las particularidades de las zonas y así una serie de puntos muy bien intencionados. Pero tales ilusiones se desmoronaron con el golpe de estado contra el gobierno legítimo de la República, que, les guste o no los revisionistas o a los tergiversadores reminiscentes franquistas, era legítimo.

Ilegítimo y más cosas era Franco. Todo aficionado a la Historia conoce los episodios y como se truncaron aquellos anhelos y las nefastas consecuencias que sufrieron nuestros predecesores en la defensa de aquellas ideas.

Sin embargo, uno, que considera que comprendió aquel espíritu que movía a nuestros predecesores en la defensa de la Tierra, duda que, restaurada la democracia, y con ello concedida la autonomía, ésta tenga algo que ver con aquellos sueños. Pienso que la ciudadanía esperaba que aquellos ilusiones pudieran gozar de un nuevo tiempo, donde se pudieran cumplir los objetivos antes esperados, pero me temo que la realidad actual dista muchísimo de lo que pretendían nuestros añorados defensores de la Tierra. Y es que la autonomía parece ser la falaz excusa para crear una administración paralela, con duplicidad de funciones, y un ejército de pequeños caciques con sus parcelas de poder, la mayoría vagos demagogos que cubren su ineficacia con la bandera y un himno que desconocen,y que cuidan buscando sus graneros de votos enchufando a este o al otro para trabajar para la Xunta. Todo ello aderezado con comilonas, buen vino, coche oficial y otras servidumbres de cargo, que para sí quisiera cualquier marinero o campesino que se ve negro para pagar sus impuestos.

Mientras estos funcionarios gozan de estas prebendas ante la derrotada ciudadanía incapaz de revertir esta situación, nuestra mejor juventud, una vez más, emigra; nuestro escasísimo empresariado no se atreve a invertir porque teme la injerencia de esa mezcla de políticos y mafiosos que le roben sus ideas y con ello sus esfuerzos; mientras vemos como nuestra industria escasísima y de baja calidad, languidece; nuestra energía en manos de empresas foráneas no paga aquí sus impuestos; otros empresarios fabrican en la China o Bangladesh mientras amenazan con deslocalizar la poca que queda; nuestro idioma se minusvalora y acosa sin piedad y toda su promoción es una operación de cosmética; la empresa pública sufre la privatización más feroz porque la Administración, y sobre todo las inspecciones, no funcionan y resultan escandalosos los comportamientos de determinados funcionarios a los que nadie expulsa por incumplimiento. O también se montan chiringuitos artificiales para desarrollar la zona u otras zarandajas-siempre hay alguien que se considera original y, por ejemplo, funda un Gaiás o lleva la Transcantábrica por la niebla- y convierten los chiringuitos en nidos de gaviotas-nunca mejor dicho si nos atenemos al carnet de los funcionarios- que no sirven nada más que para justificar sueldos y así un sinfín de situaciones a cada cual más ineficaz.

Lo cierto es que Galicia es hoy una colonia económica de empresas españolas o internacionales y hasta el agua de los ríos está a su disposición; nuestro paisaje, uno de nuestros mejores patrimonios y mejores señas de identidad, sufre las agresiones continuas de estos depredadores medioambientales; nuestros funcionarios se convierten en serviles ayudantes de estos mafiosos…nuestra Tierra “ Xa Non é nosa , Miña raíña Carmiña, é doutra xente que pensa que así camiña…” escribí ya hace muchos años. ¡Si se levantaran “os nosos Mestres…¡ Se este é o mundo que eu fixen que o demo me leve” .¿ Les suena?

Yo aquí no veo autonomía por ninguna parte. Eso sí, veo tantos funcionarios como avispas velutinas, tantos vagos como ineptos, tantos “caceros” como vividores… y para eso no hace falta soñar. Basta con vivir en el País.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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